La depresión es un estado de ánimo, un decaimiento emocional, falta de interés en realizar actividades, tristeza profunda, frustración, fatiga, disminución en la autoestima, culpa, entre otros. Tiene como consecuencia la somatización, como la falta de apetito, pérdida del sueño o alteraciones relacionadas a éste, incluso no quererse levantar de la cama, cansancio físico y mental, desinterés por las cosas cotidianas o nuevas, falta de concentración, y hasta pensamientos relacionados con la muerte.
La depresión puede llegar a ser crónica si no se trata a tiempo con especialistas, incluso puede llegar al punto máximo como es el suicidio.
La diferencia entre la tristeza y la depresión es el tiempo que transcurre entre una y otra, además de la intensidad con la que se siente. La tristeza puede durar algunos días, es “momentánea” o transitoria; hablamos de depresión cuando ésta ya ha durado varios meses y es un estado permanente.
La mayoría de las personas hemos pasado por un leve sentimiento de depresión, incluso gran parte de la población mundial padece depresión crónica.
¿Qué nos lleva a la depresión?
Factores psicológicos, genéticos, físicos, biológicos o incluso sociales, cambios hormonales, etcétera; no se sabe a ciencia cierta qué la origina. Hay algunos eventos que la disparan, como duelos por la pérdida de un ser querido, del trabajo, la ruptura de una relación, enfermedades crónicas o terminales, estrés, y muchos otros más.
Lo más importante es que te conozcas, cuando notas que “algo no anda bien”, intenta acercarte primeramente a gente de tu confianza y posteriormente acude con los especialistas, ya que si no se trata a tiempo puede empeorar. Busca apoyo, no estás solo(a). Lo más importante es tu salud y bienestar emocional y mental.