A la mayoría de las personas nos cuesta decir “no” por muchas razones, debido a un sinfín de introyectos y patrones de vida y convivencia. Algunas de las causas son: miedo al rechazo, a estar solos, sentirnos egoístas, miedo a perder algo o a tener algún conflicto, a la culpa o porque simplemente nos educaron a ser obedientes.
En muchas ocasiones solemos decir “sí”, cuando nuestra intención era la contraria, debido a los factores antes mencionados y al plantearnos algunas preguntas, como: ¿qué beneficios me trae decir sí?, ¿qué consecuencias me trae el decir no?, ¿qué van a pensar de mí si digo no?, ¿seré una “mala persona” si digo que no?
El decir “sí”, quizás nos pueden salvar de algunas situaciones, ser vistos de una manera que nos gusta y complacer a los demás para mantenerlos contentos y en paz con nosotros, pero lo que no estamos analizando es que estamos llevando una carga que a la larga puede ser perjudicial para nuestra salud mental y física, además del desgaste emocional que implica.
Vemos ahora los beneficios del saber decir “no”.
- Reduce el estrés.
- Aumenta la confianza en nosotros mismos.
- Nos permite poner límites.
- Somos sinceros con nosotros mismos.
- Tomamos decisiones propias.
- Nos hace libres.
Quizá sea difícil, pero empecemos con dosis pequeñas de “nos”, tampoco vamos a cambiar de un día a otro, sería un problema tanto para nosotros, como para los demás.
Recordemos una frase que dice:
“Amar también es no hacer por otros, lo que deben de hacer por sí mismos”. Esto implica también decirles no.