Hace ya varios años, mientras estudiaba mi licenciatura, uno de mis maestros nos compartió un artículo de la trasformación del águila cuando llega a sus 40 años. Anteriormente, no lo había leído y desconocía por completo el proceso por el cual deben pasar las águilas si quieres seguir viviendo o dejarse morir si no intentan esta trasformación.
¿Por qué escribir este artículo?
Me pareció interesante la metáfora, relacionándola con el proceso de cambio de las personas, con el ir a terapia para transformar su vida. Al igual que los animales, el ser humano requiere de cambios si quiere continuar creciendo y evolucionando su propio camino, si no lo hace y se queda en lo mismo, quizá no descubra toda la gama de opciones para llegar a ser la mejor versión de sí mismo.
El proceso de cambio es doloroso (como el del águila), pero una vez superando las dificultades, los resultados son extraordinarios. ¿Cuántas veces nos enfrentamos a decisiones que pueden mejorar nuestra vida? El miedo es un factor importante para tomar riesgos, si dejamos que éste nos gane y no lo enfrentamos, quizá sigamos estancados o en la zona de confort.
El cambio que deseas en tu vida está solamente en tus manos, es decisión tuya si aceptas o no tu renovación. En ocasiones, para continuar el vuelo, es necesario desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que lo único que causan es dolor. Así que, ¡arriésgate a la renovación!
Te dejo el artículo para su lectura. Disfrútalo.
«El águila es el ave de mayor longevidad de su especie; llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40 años, deberá tomar una seria y difícil decisión.
A las cuatro décadas de vida sus uñas se vuelven apretadas y flexibles, sin conseguir tomar a sus presas con las cuales se alimenta.
Su pico largo y puntiagudo se curva apuntando contra su pecho, sus alas envejecen y se tornan pesadas y de plumas gruesas. Volar se le hace ya muy difícil. Entonces el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar su doloso proceso de renovación, que durará 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar.
Después, al encontrarse en el lugar, el águila comienza a golpear con su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego de hacer esto, esperará el crecimiento de un nuevo pico con el que desprenderá una a una sus uñas talones. Cuando los nuevos talones comienzan a nacer, comenzara a desplumar sus plumas viejas.
Finalmente, después de cinco meses muy duros, sale para el famoso vuelo de renovación que le dará 30 años más de vida».